HISTORIA ZAC
Zac es el resultado de un vertido tóxico que recorría una veta tecnoquímica y fue a parar a una profunda caverna apartada en el sumidero de Zaun. A pesar de sus humildes orígenes, Zac ha pasado de ser un flujo primitivo a un ser pensante que habita en las cañerías de la ciudad y que, de vez en cuando, abandona su morada para ayudar a los más desvalidos o reconstruir las infraestructuras destruidas de Zaun.
Zac fue encontrado por primera vez por un grupo de niños zaunitas que lanzaban piedras sobre un charco del sumidero. Los niños se dieron cuenta de que algo les estaba devolviendo las piedras que lanzaban. El "charco que responde" se hizo popular entre los habitantes del sumidero de Zaun, tanto que acabó atrayendo la atención de un sospechoso grupo de alquimistas tecnoquímicos. A pesar de las protestas de los residentes de la zona, los alquimistas recogieron los contenidos del charco en cubas y llevaron la sustancia a sus laboratorios para experimentar.
Tras llevar a cabo varios experimentos diseñados para probar las técnicas de refuerzo negativo y positivo, los alquimistas descubrieron que la masa coagulada en el charco parecía tener tendencias psicotrópicas. Lo que se traduce en que imitaba cualquier estímulo que recibiese. Si se le trataba bien, respondía con la alegría y la gracia propia de los niños, pero cuando pusieron a prueba su respuesta al dolor y la agresividad, los alquimistas perdieron a muchos matones de cloaca aumentados como consecuencia de la destrucción que provocaba.
La mayoría de los alquimistas atribuyeron esto a un simple acto reflejo, pero dos de ellos no estaban muy convencidos de esa hipótesis. Cuestionaban la moralidad de los experimentos, ya que parecían completamente diseñados para producir una criatura con una agresividad inigualable. Cuando la pareja indagó más a fondo, descubrieron que el proyecto estaba siendo financiado por Saito Takeda, un barón de la química con un temperamento considerablemente violento y conocido por iniciar sangrientas disputas entre bandas. Sus intenciones estaban claras: Takeda buscaba desarrollar a un luchador que pudiera ignorar las heridas mortales, colarse en lugares en los que los humanos no podrían y obedecer cualquier orden. También descubrieron que el verdadero nombre del proyecto era Zaunita Amorfo Combatiente.
Mientras barajaban el mejor modo de proceder, los dos alquimistas disconformes observaron que la sustancia viscosa respondía con más que un acto reflejo a los estímulos. Vieron que manifestaba comportamientos sin ningún estímulo obvio... comportamientos propios de un ser inteligente. Empezaron a llamar a la criatura Zac y llegaron a la conclusión de que mostraba el comportamiento de una entidad con pensamientos y sentimientos. Informaron de sus hallazgos al líder de extremidades fijas de su equipo de investigación, pero este ignoró sus preocupaciones.
Como no querían dejar pasar el asunto, iniciaron sus propios esfuerzos encubiertos para contrarrestar las enseñanzas violentas del resto del equipo. Querían enseñarle a Zac qué es lo correcto a partir de lo malo que le habían enseñado, así que lo exponían a actos de altruismo y generosidad. Sus esfuerzos dieron su fruto, ya que Zac mostró tristeza cuando una de las investigadoras se hirió la mano, y reaccionó de forma negativa cuando otro asesinó una rata en el laboratorio. Al final, no pudieron tolerar por más tiempo los crueles experimentos a los que sus compañeros alquimistas estaban sometiendo a Zac.
Una noche, durante la conmemoración del Día del Progreso de Zaun, cuando el laboratorio estaba vacío, vertieron a Zac en una fosa séptica con ruedas y lo llevaron a una zona alejada en Zaun. Cuando sus actos fueron descubiertos, los soldados de infantería del barón Takeda comenzaron a buscarlos. Pero Zaun es muy grande, y los investigadores fueron capaces de esconderse de aquellos que los perseguían. Habían pensado devolverle la libertad a Zac, pero este no quería ser liberado, ya que ahora consideraba a los dos investigadores su familia. Solo ellos le habían enseñado lo que era la amabilidad, y quería seguir aprendiendo de ellos. En realidad, a los alquimistas les agradó la reacción de Zac, ya que le habían tomado tanto cariño que lo consideraban su hijo adoptivo.
Para que los hombres de Takeda no los encontrasen, cambiaron sus nombres e identidades y se fueron a vivir a una zona remota del sumidero, lejos de las miradas entrometidas. Zac aprendió a imitar sus voces y se adaptó enseguida a cambiar las formas de su masa gelatinosa para emitir sonidos. Vivió junto a sus padres adoptivos durante muchos años, escondiéndose, cuando era necesario, en charcos del sumidero o en las grietas de las rocas del acantilado. Los padres de Zac le enseñaron lo hermoso y maravilloso que podía ser el mundo en que vivían. Le mostraron cómo la luna se alzaba sobre las Puertas del Sol, cómo la luz arcoíris atravesaba los cristales tintados de los tejados de las galerías comerciales de Zaun, y le enseñaron la desbordante y dinámica belleza del corazón de su ciudad. También le explicaron que el mundo podía ser cruel y duro, y Zac aprendió que, a veces, la gente era mala y desagradable, y estaba llena de odio y prejuicios. Zac rechazaba esos comportamientos y ayudó a sus padres como pudo, ya que se valían de sus habilidades para ayudar a la gente de su alrededor tratando de no llamar la atención innecesariamente.
Hicieron lo que pudieron para curar a los enfermos, arreglar la maquinaria rota o usar sus conocimientos sobre química para hacer el bien. Fueron años dorados para Zac, que deambulaba por Zaun a través de sus casi infinitas redes de cañerías y por las múltiples grietas de sus cimientos. A pesar de que Zac era un ser inteligente, si recibía muchos estímulos del entorno, sus sentidos podían sobrecargarse, lo que provocaba que absorbiese temporalmente las emociones dominantes a su alrededor, para bien o para mal. A menudo, no podía evitar intervenir para defender a los oprimidos y esclavizados de los brutos matones, lo que provocó que se divulgasen rumores por todo Zaun sobre su presencia. La mayoría de las leyendas que se contaban retrataban a Zac ayudando a otros, pero otras le atribuían actos destructivos, como una fábrica arrasada o una grieta que se había abierto en un vecindario del sumidero.
Esos rumores acabaron llegando a los oídos de Saito Takeda, y este mandó una banda de matones aumentados a encontrar lo que él consideraba su propiedad. Sus alquimistas habían intentado, sin éxito, replicar el proceso que había creado a Zac a partir de las gotitas que habían quedado en su cuba. Takeda quería a la criatura de vuelta, así que los enormes matones aumentados rodearon la casa de los padres de Zac y la atacaron. Ellos contraatacaron, ya que eran investigadores tecnoquímicos y contaban con medios esotéricos para defenderse. No obstante, su resistencia tenía un límite, así que acabaron siendo asesinados, a pesar de las órdenes de Takeda de que los trajeran con vida.
Zac había estado explorando sumideros subterráneos en las profundidades de Zaun, pero sintió que sus padres estaban en peligro y corrió por las cañerías de la ciudad para rescatarlos. Llegó demasiado tarde para salvarlos y la furia que lo invadió al ver sus cuerpos no era comparable a nada que los hombres del barón hubieran visto jamás. Zac atacó ferozmente, estirándose, aplastando y rompiendo todo en su camino. En su dolor y furia, demolió docenas de viviendas cercanas y puso fin a la batalla asesinado a todos los matones aumentados.
Cuando las emociones intensificadas por el altercado se disiparon de la conciencia de Zac, el arrepentimiento por las casas que había destruido le sobrevino y juró continuar con las buenas acciones que habían llevado a cabo sus padres. Ayudó a reconstruir lo que había destruido, pero cuando acabaron las obras, desapareció en la enorme red de cañerías de Zaun.
Ahora Zac vive solo, morando en los túneles y las cavernas que recorren Zaun, y empapándose de las emociones de los habitantes de la ciudad. A veces, esto lo enriquece, pero, otras veces, lo entristece, ya que absorbe lo bueno y lo malo de la ciudad. Se ha convertido en una especie de leyenda urbana entre la gente de Zaun, una criatura misteriosa que emerge de vez en cuando de las grietas de las rocas o de una sección dañada de las cañerías. La mayoría de las veces lo hace para ayudar a los necesitados, pero en los momentos difíciles, cuando los ánimos de la ciudad se vuelven lúgubres, su aparición puede provocar disturbios."Cuanto más enfadado estés, más te va a doler..."―Zac



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